Descubre la elegancia y el glamour de Mónaco, el principado mediterráneo por excelencia
Mónaco, te espera para que disfrutes sus placeres más refinados. Un pequeño paraíso. Un mundo de lujo y sofisticación, un microestado lleno de encanto.
Si buscas la elegancia del glamour a la orilla del Mediterráneo. Prepárate para ser transportado a un lugar donde el lujo se combina con la belleza natural, donde la elegancia se encuentra en cada esquina y donde la luz y el color se fusionan en una experiencia inolvidable.
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Palais Princier
Comenzamos nuestro recorrido en el Palais Princier, es la residencia oficial y el hogar de la familia Grimaldi,desde el s.XIII el principado mediterráneo por excelencia. Se trata de un imponente palacio fortificado situado en la zona más elevada del casco antiguo de Mónaco.
Originalmente era una fortaleza genovesa del s.XII que fue ampliada en estilo renacentista por los príncipes de Mónaco en el s.XVI. Destaca su majestuosa entrada flanqueada por guardias.
A medida que nos acercamos, el sonido de los tacones sobre el adoquín resuena en el aire, y el aroma del mar Mediterráneo nos llena de frescura.
Las guardias en sus uniformes impecables nos saludan con una reverencia, y nos sentimos como la realeza. Cada piedra del palacio tiene una historia que contar, y nosotros somos testigos de siglos de tradición y poder.
Con su arquitectura y su historia centenaria ligada a la familia Grimaldi, el Palacio Principesco simboliza el poder y la realeza en el Principado de Mónaco.
Cathédrale de Notre-Dame Immaculée
Descendiendo por las estrechas calles del casco antiguo, llegamos a la Cathédrale de Notre-Dame Immaculée, edificada en el lugar donde se ubicaba la Iglesia de Saint Nicholas, por ese motivo és conocida de ambas maneras.
Fue construida entre 1875 y 1903 mezclando elementos del gótico y el barroco. Su fachada de piedra caliza presenta un pórtico con arcos ojivales, típicos del gótico, mientras que las dos torres octogonales rematadas en cúpula tienen un aire barroco.
El interior sorprende por su gran ornamentación en mármoles de Carrara, que recubren pilares, arcos y capillas laterales. Destacan los magníficos mosaicos bizantinos del ábside, así como los vitrales que inundan de luz policromada el altar mayor.
En la cripta se encuentran las tumbas del príncipe Rainiero III y Grace Kelly, que atraen a numerosos visitantes. También alberga tesoros religiosos como el órgano barroco y una colección de 53 lienzos de maestros italianos.
Esta catedral es una visita imprescindible para apreciar el esplendor arquitectónico y artístico del Mónaco histórico.
Pero Mónaco no es solo historia.
Port Hercule
Nos dirigimos hacia el puerto, donde nos encontramos con yates de lujo que reflejan la opulencia del principado.
Es importante mencionar que los pilotos de puerto son esenciales para todas las embarcaciones que superen los 30 metros de longitud. La profundidad del agua en el puerto varía, siendo de siete metros en los muelles estándar y llegando hasta los 40 metros en los muelles exteriores y muelles de cruceros.
En 1995, el puerto fue utilizado como locación en la película de James Bond: «GoldenEye», donde Bond, interpretado por Pierce Brosnan, intenta detener a la villana Onatopp Xenia.
El reflejo del sol en el agua nos ciega momentáneamente, y el bullicio de los turistas y locales nos recuerda que Mónaco es un hervidero de actividad.
A continuación, nos dirigimos hacia un oasis verde en medio de la ciudad.
Jardin Exotique
Donde plantas de todas partes del mundo nos muestran la diversidad de la naturaleza. Cada rincón del jardin exotique es un nuevo descubrimiento, y nos sentimos como exploradores en una tierra desconocida como el Jardín japonés.
Creado por petición del Príncipe Rainiero III en 1994, respetando los principios más estrictos del concepto del pensamiento Zen. Podremos descubrir todos los elementos obligatorios de un jardín japonés, como cascadas, estanques, puentes y la casa de té.
El hambre comienza a hacerse sentir, así que nos dirigimos a La Condamine, el mercado local.
Los aromas de las especias y los productos frescos nos invitan a probar cada delicia. Optamos por una baguette recién horneada, queso local y un vino rosado de la región. Nos sentamos en una plaza cercana, y mientras disfrutamos de nuestro picnic, observamos a los monegascos en su día a día.
Casino de Monte-Carlo
Aunque no seamos jugadores, el edificio en sí es una obra maestra arquitectónica.
Las luces del casino brillan como estrellas, y el sonido de las fichas y las risas llenan el aire. Nos sentimos atraídos por la energía del lugar, y nos unimos a la multitud del principado mediterráneo por excelencia.
«tres partes de Gordon’s, una de vodka, media medida de Kina Lillet, bien agitado con hielo y con una filigrana de limón». Mítico escenario de las películas de James Bond.
Ansiamos entrar a probar suerte en sus salas de juego y apostar en la ruleta, aunque solo sea por diversión.
Hôtel de Paris
Erigido frente al casino, el famoso Hôtel de Paris, nos deja boquiabiertos.
Fué fundado en 1864 y su imponente fachada belle époque está rematada por una majestuosa cúpula verde. El interior alberga el famoso Bar Américain, punto de encuentro de la alta sociedad monegasca desde los años 20.
Con su incomparable ubicación frente al casino, sus lujosas instalaciones y su excepcional servicio, el Hotel de París es el lugar favorito de celebridades y miembros de familias reales que visitan el principado. Un emblema internacional de la hotelería de lujo.
El hotel alberga el celebre Louis XV-Alain Ducasse, único restaurante de Mónaco con 3 estrellas Michelin. Su cocina gourmet y servicio impecable atrae a comensales de todo el mundo
Nos dirigimos después al barrio de Mónaco-Ville, núcleo histórico construido sobre un promontorio rocoso. Sus calles empinadas están llenas de encanto, con sus casas de colores pastel alineadas.
Terminamos nuestro día en Larvotto Beach, la única playa pública de Mónaco. Aunque es de noche, la brisa marina nos refresca, y nos sentamos en la arena a contemplar las estrellas. El sonido de las olas nos arrulla, y nos sentimos agradecidos por este día mágico en el Principado de Mónaco.
Continuamos hacia el famoso puerto deportivo, repleto de lujosos yates. El contraste entre los enormes cruceros y las pintorescas casitas del barrio de pescadores es sorprendente. Para finalizar, nada como relajarnos en la playa del Larvotto antes de ir a cenar a uno de los exquisitos restaurantes con vista al mar.
Alguien ha hablado de relax?
Aquí se celebrael Gran Premio de Mónaco que es una de las carreras más emblemáticas y prestigiosas del campeonato mundial de Fórmula 1.
Se lleva a cabo en el Circuito urbano de Mónaco, que se extiende entre los distritos de Montecarlo y La Condamine, en el Principado de Mónaco. Esta carrera tiene una rica historia que se remonta a 1929, cuando se celebró por primera vez. El circuito es conocido por sus subidas y bajadas, rectas cortas, curvas cerradas y estrechas vías, lo que lo convierte en un desafío tanto para los pilotos como para los vehículos. Además, es uno de los circuitos más peligrosos de la Fórmula 1, pero también es uno de los más seguidos por los espectadores en la televisión.
Sin embargo, las velocidades alcanzadas en la recta del puerto llegan a superar los 290 km/h, siendo una de las rectas más rápidas del campeonato. Los pilotos deben ir al límite para lograr la vuelta perfecta en el exigente circuito monegasco.
El Circuito de Mónaco es famoso por su curva Loews, que se encuentra frente al lujoso hotel Fairmont, siendo esta la más lenta de todo el circuito. Posteriormente, los pilotos pasan por un túnel que va por debajo del hotel Loews. Ayrton Senna es el piloto que más veces ha ganado en este circuito, con seis victorias.
Fuera de la Fórmula 1, en las calles de Mónaco la velocidad está muy limitada. Existe un límite de 50 km/h en la mayor parte del principado y de 30 km/h en zonas como el puerto.
Mientras paseamos por las estrechas calles de Mónaco, el aroma del Mediterráneo nos envuelve, y con él, los ecos de una rica tradición culinaria que se ha ido perfeccionando con el tiempo.
En este rincón del mundo, donde el lujo y la sofisticación se encuentran en cada esquina, la gastronomía no es la excepción.
Comenzamos nuestro recorrido gastronómico con una visita a un pequeño restaurante junto al puerto. Aquí, la especialidad es la Bouillabaisse Monegasque, una sopa de pescado tradicional que ha sido parte de la cultura culinaria de Mónaco durante generaciones. Al primer bocado, el sabor del mar inunda nuestro paladar. Los trozos de pescado, tiernos y jugosos, se mezclan con un caldo rico y aromático, sazonado con hierbas provenzales y azafrán. El aroma es embriagador, y el sabor, simplemente inolvidable.
Continuamos nuestro viaje con el Barbagiuan, un pequeño pastel relleno de espinacas y ricotta. A primera vista, su exterior crujiente y dorado es una promesa de lo que vendrá. Al morderlo, la textura crujiente da paso a un relleno suave y cremoso, con un sutil toque de nuez moscada que realza los sabores de las espinacas y el queso.
En una pequeña panadería cerca de la Place du Palais, encontramos la Fougasse, un pan dulce tradicional de Mónaco. Con forma de hoja y espolvoreado con azúcar y almendras, este pan es una delicia para la vista y el paladar. Su aroma dulce y almendrado nos invita a probarlo, y al hacerlo, descubrimos una textura suave y esponjosa, con un sabor dulce y ligeramente tostado.
Finalmente, nos dirigimos a una pastelería en Montecarlo para degustar la famosa Tarte au citron de Menton. Esta tarta, con su brillante capa de glaseado de limón y su base de masa quebrada, es una verdadera obra de arte. Al probarla, el sabor ácido y refrescante del limón se equilibra perfectamente con la dulzura del glaseado, creando una experiencia culinaria que nos deja anhelando más.
Mientras nos adentramos en las calles de Mónaco, nos damos cuenta de que la gastronomía del principado es un reflejo de su cultura: una mezcla de tradición y modernidad, de sencillez y sofisticación.
Cada bocado es una invitación a descubrir los secretos y sabores de este pequeño pero impresionante rincón del mundo. Y mientras el sol se pone sobre el Mediterráneo, nos prometemos regresar para seguir explorando y degustando las maravillas culinarias de Mónaco.
Hemos disfrutado de las maravillas que encierra la pequeña pero fascinante Mónaco. ¡Hasta la próxima aventura!
Rien ne va plus!